La casa luce más vacía desde que no estás, y no es tu ausencia, es la mía. Ya no estoy.
Te fuiste y yo también desaparecí de aquí. Al menos, mi esencia es la que se largó. El cuerpo sigue aquí, inerte, haciéndose mas pequeño. O quizás es la casa la que se hace mas grande con esta soledad que la llena.
Ya sabía yo de las huidas, ya sabía yo de las despedidas, pero no sabía del dolor que queda cuando soy yo la que se marcha también dejándome ausente de todo y flotando en medio de la nada.
La música que suena es espantosa, más bien es solo la radio la que suena. La música la perdí también, la habré dejado en alguno de los bolsillos de tu chaqueta. Así como dejé olvidada esa sensación de una sonrisa verdadera en las esquinas de tus labios. Te llevaste todo lo que era mío, lo que según yo me pertenecía pero al final creo que era tuyo.
¿Te dije que la casa se ha quedado a oscuras? Bueno, si. También te llevaste la luz que la adornaba y que ahora brilla radiante en esos ojos café tan bonitos que tenés.
De la primavera que recorría todas las mañanas este espacio que llamaba hogar ni te hablo, también se fue con vos. Me dejaste el invierno, el invierno de un cementerio, el frío de un cadáver que no me deja dormir porque se me atora entre los párpados.
El frío es insoportable, al menos lo sería para algún cuerpo cálido, pero yo hoy no soy mas que el vacío donde una vez hubo una ilusión. Vos entendés, esos huecos que quedan en las manos después de despedazar un sueño.
Ni sé porque razón te hablo a vos, si nunca supiste escuchar. Aunque pensándolo bien, eras el único que entendía mis silencios, el único que de verdad escuchaba cada latente palabra en mis miradas. Si. Por eso te sigo hablando a vos. Porque la que era yo se fue con vos y tengo esa pequeña estupidez que algunos llaman esperanza de que volvas y me traigas de vuelta.
¡Que idiotamente loca estoy! Pero ¿sabes? Esta locura es mi única compañía; esto, y los escombros de fantasmas que se arrastran susurrando tu nombre. O tal vez solo soy yo, viéndome desde el espejo, el del marco azul, ese de tu ausencia.
…Y hoy, quebrada en la ausencia que me sepulta,
escupo lo que antes me alimentó, el aire en el que respiro
que no es más que el humo que provocó ese último verso incendiado
que nació y que murió por vos..
Pero ya no quedas tú, y así es como me vengo, porque ya tampoco quedo yo.
Creo que aún te amo, de alguna manera, pero ya no lo recuerdo…
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Si alguien me diera una despedida como esta, jamás querría irme. Otro genial escrito. Excelente Sae 😊😃😄
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Duele la soledad, duele no ser. abzo .
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Wow! creo que si me lo dedican… Talvez no la pensaría 😛
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