Después de tantos daños

 

Sigo sin poder creer que después de todo éste caos que han dejado las mil tormentas que me han azotado, tú sigas aquí. En el centro de mi mundo, como faro que alumbra mi destino.

Sigo sin entender porqué decidiste, aquella mañana de mayo, fijarte en éste pequeño desastre de ojos marrones, que ahora, solo brillan para ti. Y es que bastaba una mirada, la tuya, para convertirme en poema, poesía y musa.

Sigo sin comprender la magnitud estratosférica de tu sonrisa, que como llovizna hace reverdecer todos mis sueños, esa forma tan peculiar de hacerme perder la locura devolviéndole a mis pies la sensación de tierra firme para apoyarse. No logro aún dimensionar el efecto hilarante de tu risa sobre mi felicidad y esa manía tuya de hacerme sentir invencible cada vez que me atesoras en tu abrazo con la potencia extraordinaria de mil soles que resplandecen solo para mí.

Y es que, después de tantos daños, tú sigues aquí, besándome mariposas en las cicatrices, sembrándome alas en los sueños, sonriéndome canciones en mis días, cantándole alegrías a mis noches oscuras, narrándole futuros bonitos a mis miedos, cosiéndole guerras ganadas a mis tristezas, inundando mis caídas con saltos de fe, llenándolo todo de vida.
Enamorando mi mundo con tu universo, traspasándolo todo con tu calma, abrazándome, cuidándome, amándome.